En estos versos menores,
mi madre, desde la cuna;
hasta en un rayo de luna,
me supo encontrar cantores.
Y fue como que ninguna
mujer, entre mis amores;
libró a mi amor de dolores,
sin precio, gloria y fortuna.
Por eso es que en el camino
de descubrir en la suerte
el oro, desde lo inerte,
fue mi constante destino.
Es como que el yo tenerte,
sin vista, ni agudo tino,
me diera una flor de lino
para entonarla en mi muerte.
© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
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