domingo, 8 de marzo de 2009

Manifiesto en favor del trabajo en la creación poética

Muchas veces me han preguntado acerca de cómo se debe escribir poesía. Sobre todo personas que creen que hay una varita mágica que toca al elegido y le dice “a partir de ahora eres poeta”. ¡Y ya está, eso fue todo! Nada más lejos de la realidad. En este caso hago hincapié en las innumerables opiniones de poetas y escritores famosos que dieron testimonio de que la única manera de escribir (sea lo que fuere) es trabajando, y trabajando mucho. Y leyendo, leyendo mucho. Borges mismo dijo que “más que un buen escritor, el se consideraba un excelente lector” Es más, sin que ello vaya en detrimento de la cultura formal, todo lo que uno lee se incorpora sin quererlo a nuestro acerbo, y se instaura en él. Con relación al trabajo, una vez le preguntaron a Bach “qué tenía que hacer uno para escribir como él”, a lo que contestó “simplemente trabajando como yo trabajo”; una mujer en la calle le comentó a Vladimir Horovitz que ella daría la vida por componer como él, “yo la di, amiga, yo la di” (contestó).
Es cierto que hay gente tocada por la varita mágica, pero son los menos. Yo tenía un amigo que podía escribir mama con hache (sin acento ex profeso) pero pensaba en poesía, caminaba en poesía, hablaba en poesía, dormía en poesía, toda su vida era poesía. Desgraciadamente no recuerdo su nombre, lo único que tengo presente es que era santiagueño y vivía en el monte, y algunas coplitas de él:
I
Mi guitarra está triste
Triste también soy yo
Juntamos las dos tristezas
Y somos ricos los dos.
II
Madera de mi guitarra
Carne de algarrobal
La luna te fue bordando
Con su granito de sal.

¿Palabras? Nada que ver. Huelgan las palabras. Pero son casos excepcionales, y así como él muchos llegaron a ser famosos. Particularmente el único camino que conozco es el trabajo, la perseverancia, y unos cuantos detalles más adosados a ello. Por ejemplo: la observación (endo y exo), percepción, asimilación, aprehensión, conceptualización, discriminación (en sentido literario), clasificación; en fin, lo que se puede llamar como acopio de herramientas que luego se pondrán sobre la mesa.
Un poeta debe tener actitud poética. Cualquier cosa, por más banal que sea, puede ser disparadora de una idea. Y del tapete no se debe descartar nada, porque lo que hoy no sirve puede servir mañana. Luego, a mucho tiempo de investigación y trabajo, recién entrar a tallar las definiciones de estilo, forma y semántica del discurso.
Es importante aclarar que siempre en lo que uno quiere decir hay una sola cosa, un solo afecto, una sola emoción; en fin, podemos escribir un libro extenso, un poema de cientos de versos y de estrofas, pero si profundizamos en nuestras claras intenciones, lo que queremos decir se puede (y se detecta en el análisis) acotar en una sola. Hay libros que lo demuestran (Ulises, de James Joyce, es un día en la vida de una persona).
No he detallado, empero, otra característica determinante. La siguiente: ¿De quien es la obra? ¿Del que la hace o del que la ve o la lee? Pienso que hay más posibilidades si nos inclinamos por el receptor del mensaje porque en definitiva de él es la interpretación. Él es quien la significa. Un tanto socarronamente Antonio Skármeta en su libro sobre el cartero de Neruda una tercera posición, “un poema no es de quien lo escribe sino de quien lo necesita”. Pero hay otra cuestión, ¿Quién nos dice si la interpretación no es totalmente distinta de lo que fue su origen? Y a los hechos me remito, en el poema y canción de Silvio Rodríguez “Te molesta mi amor” a mi se me ocurren infinidad de cosas relacionadas con las características de una parte específica de la anatomía de Silvio, que por otra parte ha trascendido entre sus amigos, y cada vez que la escucho, todo lo que escucho me alude a lo mismo. Por más que intento explicarlo desde otros conceptos, no logro apartarlo de lo que para mi es el único significado. Dentro del contexto de la semántica podemos profundizar mucho más que lo tratado, pero ello es tema para otro artículo.
En conclusión, escribir es placentero y fácil, pero hay que verlo más desde el trabajo que desde la inspiración, porque el trabajo nos lleva a estar constantemente en búsquedas ilimitadas y los resultados sin duda serán asombrosos hasta para nosotros mismos.

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