domingo, 29 de marzo de 2009

la que tuviera el sol en su mirada

La que tuviera el sol de tu mirada
una lúdica imagen de la vida
sobre el paisaje del camino entero,
y así en tu frente brillan
bordados de oro…
En una luna llena
casi como al descuido;
el hábito de la pasión lejana es plena;
y estás sola, en el rincón querido,
pendida a una pasión que es tan sublime:
como los difusos bajo el techo blanco
en el recuerdo, en el perfil del cuerpo
de las aves dormidas, o, en tu seno,
vago placer de rasos y de manos.

Es el aroma que en la noche tienes
es tu tibia presencia
que espera el paso promisorio, sabe,
y su canción , espera.

La melodía que invoca hasta la historia
de las astucias tímidas y vivas.

Si, te me alejas, joven dulce y sabia,
fresca como la brisa,
cuerpo sin mancha, porque portabas
la estirpe plena de la enredadera,
y entre tus piernas,
se forjó mi angustia con tu historia.

Si tú me vieras hoy con mis cansadas manos,
en el crisol del día,
de perseguir palabras encantadas
que siempre llevan signos para que los vieras.

Ven, yo te espero, clara como siempre,
como una resolana.

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