martes, 21 de abril de 2009

Fe de erratas

Ayer.
Asocié al amor con alcanzar una estrella.
Más que al amor,
a ésa necesidad de entregarnos totalmente que, lo dije,
es tan bueno y no;
entonces hablé del “poder”… ¿verdad?
Hoy quiero hablar de éste asunto,
y de otras cuestiones más que quedaron en el teclado (iba a decir tintero),
A saber:
Para vivir un gran amor (¡oops, Vinicius!)
no es preciso invadir,
y si ello sucediera,
estaremos muy lejos de descubrir la huella de la estrella de ése amor.
Su propia estela.
Y lo más probable es que se pierda en un mare magnum de conflictos en donde todos pierden.
Conclusión.
Si de verdad quieres vivir un gran amor, cuídalo cuidándote,
con eso estarás asegurando
su vivencia,
a través del beneficio de tu seguridad.

Y de yapa tema dos:
Una estrella se alcanza día a día,
hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo,
instante a instante,
dando el justo valor a la existencia.
Y la alcanzan los niños, los viejos, los enfermos y los moribundos.
Puedo dar fe de ello,
con la turbia insistencia de la muerte,
balanceándose en trapecio por mi vida.



© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
Creo que tú, Marisa; y todos los que leen, son dignos de ésta aclaración.

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