Ella, alimenta su ilusión con un pecado,
sobre todo, pecado, para ella;
arden su voz, sus ojos y su piel
y lo observa merodeando por su vida.
Ahora él, ni fu ni fa, no se da por aludido,
entonces, se me ocurre preguntar:
¿por qué inventar a Mengano,
teniendo a Sutano tan cercano,
tan dispuesto, al alcance de la mano?
©2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
San Michele
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por Ernesto Hernández Busto Es domingo, y el vaporetto avanza a un ritmo
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Hace 6 años
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