jueves, 19 de marzo de 2009

Dos abuelos diferentes

Éste poema fué escrito con la información on line de Yoani Sanchez en su blog sobre el infortunio de Adolfo, un disidente preso hace seis años, y la incertidumbre de saber que está en manos del ¿moribundo? Fidel. Que mucho me hace acordar la cita bíblica de "los muertos que vos matásteis gozan de buena salud", lo que dije hace un tiempo de que la vejez, la enfermedad y la muerte, en sí mismas, no ameritan el mínimo respeto.



Dos abuelos diferentes


Un abuelo está tras las rejas de la obstinación
Hace ya seis años
con la misma premura del enjuiciamiento sumario,
fusilaron a la juventud por secuestrar una lancha
para huir del infierno.
El abuelo,
éste abuelo condenado;
tiene en su ser la angustia
de saber que otro abuelo,
condenado por la inmortalidad y la obsecuencia,
agonizante y porfiado
(como casi todos los viejos)
parece apagar de a poco
la esperanza de su libertad.
Entre los algodones que duelen,
agujas que despiertan,
y las inyecciones que recuerdan aquellos sueños más perdidos,
se hace difícil pensar el porqué de la retórica de las palabras que conforman un argumento ridículo.
Y más aún:
Es un impensable;
como si no hubiera solsticio,
como si el día de los justos fuera por siempre corto.
Porque una carta de porte
se lleva
la revolución a la mierda.
Y ya no queda esperanza que nadie la recupere
El mundo es tan singular hoy día,
que hasta instituciones tan simples como vejez y la vida,
acaban con la esperanza:
Porque un abuelo senil y de verdad moribundo,
puede acabar con otro
que aún espera despertarse una mañana
en el cénit de lo que más quiere
su perdida libertad.

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