Vaya pregunta! Tamaña pregunta! Habría que a su vez repreguntar… Hacia dónde se quiere ir? Cual es el objeto de la pregunta? Si uno se para en una estación de tren y le pregunta a alguien si está en el lado correcto, le pueden responder que depende, depende hacia dónde va.
El objeto de un objeto de arte comienza en la mente del artista, él sabe y sólo él, cual es su objeto y su significado, en la genealogía de sus conceptos (su protohistoria ideal) y su historia propiamente dicha. Su intencionalidad, hablando en el marco de los afectos o del único afecto que lo moviliza a construir un objeto de arte. Asimismo, dicho objeto no escapa de su funcionalidad, específicamente en cuanto a su semántica, amén de cuestiones relativas a la utilidad y la estética. Es probable que el objeto sea desde lo material un objeto vano, sencillo, pero nunca escapará a los conceptos emergentes del “arte objetual” instaurados por Duchamp, quien “hablaba con vehemencia de una cuarta dimensión”. Muchos objetos utilitarios son tomados por los diseñadores que transforman su utilidad en “verdaderas obras de arte”, pero esto es solo una cuestión de estilo, y ameritaría el enfoque desde otra dimensión, la dimensión estética, en donde aparecen criterios sobre el autoritarismo con que se percibe y se evalúa todo. Todo es sometido a juicios de valor inevitables. En este camino es posible considerar que una poesía no tiene valor, lo mismo que la música, o hasta los rezos, porque no tienen utilidad práctica. Pero la historia se ha nutrido de ellos para todas las transformaciones políticas y sociales. Las revoluciones comenzaron en la mente de los intelectuales y los artistas. Ellos fueron los que visionaron los grandes cambios de la humanidad y, volviendo al tema, en esa primitiva visión se gestaron. En mi memoria está la imagen de Marta Menuhin, cuando entró a un estudio de televisión y arrojó un bastón en el que venía apoyada y dijo (ante la mirada atónita de los presentes).- ¡Esto es arte! En la cuarta dimensión del artista está la verdadera valoración del arte y su objeto, que siempre es parcial, nunca definitivo, porque en realidad el receptor de la obra es el propietario terminal de ella y es el que le dará su objeto. El cartero de Neruda, ante la recriminación del poeta por haber usado un poema suyo como propio para seducir a su amada, le dijo que un poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo necesita. Ahí está el objeto de ése poema, que nunca será el mismo objeto, porque habrá tantos objetos como lectores tenga en su historia. Y en todo el espectro de la obra de arte encontraremos inmensurables objetos en inmensurables obras que dan testimonios de inmensurables vidas a las que alguna vez se les ocurrió comunicar algo, y si uno profundiza nunca llegará al fondo, lo cual es parte de la magia.
San Michele
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por Ernesto Hernández Busto Es domingo, y el vaporetto avanza a un ritmo
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Hace 5 años
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