miércoles, 28 de enero de 2009

Habitación 54

Te amo para amarte y no para ser amado,
puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz.
Amandine Aurore Lucie Dupin

(George Sand)




Cuando entré a la guardia, Orlando me dijo que tuviera cuidado (No sé de qué pensé!), y me aclaró que Centurión (el contador ya estaba al tanto) dejó instrucciones al respecto. Me contó que a la 54 había entrado una mina que rajaba la tierra. Pero me dijo que con los antecedentes yo, tenía hasta la mirada prohibida.


Al cabo de media hora, se encendió la luz de la 54 y atendí.
.- Conserjería!
.- Y?
.- Buenas tardes, señorita, la puedo ayudar en algo?
.- Mire! Hace dos horas que pedí una comunicacioón con Bahía Blanca!
.- Estoy al tanto señorita, y también estoy trabajando parra ello! Pero hasta éste momento no hay solución. Todo depende de entel.
.- Por favor! Necesito ésa comunicación, es muy importante para mí!
.- No se peocupe señorita, yo me ocuparé de ello.
.- Gracias! Cualquier novedad me avisa? Si?
.-Por supuesto. Buenas tardes!

Ocho horas más tarde, la misma habitación.

.- Conserjería!
.- Mire! Hace mas o menos 10 horas que intento hablar con Bahía Blanca! Hay alguna novedad?
.- No, señorita! Le juro que estoy haciendo lo posible! Pero...
.- Perdón?
.- YYYYYYY.... Estaba pensando
.- Si?
.- Hace mas o menos 6 horas que estoy trabajando para usted!
.- Usted no trabaja para mí!
.- Bueno, es un decir! Pero digo... estoy tratando de solucionar su problema.
.- Es su obligación!
.- Si.Si. No se lo discuto. Pero hay algna posibilidad que, en compesación, aceptara cenar conmigo?

silencio

.- hola?
.- a que hora?
.- a las 10 termina mi turno!
.- a las 10 en punto bajo!
.- Gracias! Nos vemos!

(En ése momento yo estaba restregándome las manos por haber logrado lo imposible.)
Cuando a las 10 sonó la alarma del ascensor entré de vuelta en el limbo. Una ilusión! Un encantamiento! Qué bella era!

.- Hola! (me dijo)
.- Si. Ya sé. La 54!
.- Ok! Susana! (y me extendió la mano) No me parece ser la 54.
.- Mucho gusto!
De verdad que fué una alucinación. Era tan bella y elegante que no podía creerlo, aunque Orlando ya me lo había comentado al tomar el turno. La cosa es que fuimos a tomar un café al barcito de la avenida San Juán como para decidir adónde íbamos a ir a cenar, cosa que yo ya lo había pensado, porque en estos casos tenía mis caballitos de batalla. A saber: cena en Pippo, café en El Estaño, y a reventar la noche en Los Dos Pianitos (donde tocaba el violín un amigo mío, y a veces se juntaba con otro amigo en el piano) Yo tocaba la guitarra y a veces podía meter la cuchara. Ésa noche vino Hernán a la mesa, nos tocó un tema casi al oído.
Fué una noche mágica, que no debía haber terminado nunca.
Ella me contó que era casada, tenía tres hijos, un marido que la quería mucho pero se habían distanciado un tiempo y tenía un amante en Bahía Blanca. (Y yo qué hago aquí? -me dije-) De allí venía su apuro para llamar a Bahía Blanca, porque habían quedado en encontrarse en Buenos Aires y el tipo no pudo viajar. Indudablemente tenia un matete en la cabeza más o menos, porque estaba llena de dudas, y más que nada sufriendo mucho. Además estaba yo ahí intentando seducirla y bueno, no era una situación muy cómoda.
A mí no me importó nada, era tan dulce que me había prendado. Y una mujer que se deja tocar ya está diciendo algo. Durante la noche ya entramos en cierto franeleo y nos sentíamos muy bien. Bueno, de Los Dos Pianitos salimos como a las 4 de la madrugada y nos fuimos caminando al hotel, que estaba a unas 15 cuadras. En ésa caminata más franela y mucha charla, comunicación. Cuando entramos al hotel, fuimos directo a su habitación y yo entré como para despedirme. Una vez adentro comencé a acariciarla con pasión y desenfreno, a lo que ella respondió diciendo que pare, porque se conocía. Yo lo le hice caso y seguí. Y se desencadenó una noche sin límites que me dejó turulato. Encima enamorado, con toda la sinceridad del mundo. Cuando nos despedimos ni ella ni yo sabíamos que carajo hacer de nuestras vidas. Hasta el otro día, menos mal que yo entraba a trabajar a las 2 de la tarde.
Al mediodía fuí a almorzar en el restaurante del hotel y al cabo de un rato vino ella, con las secuelas de una noche de amor. Y bueno, le pedí que se viniera a Buenos Aires y me dijo que no, que no tenía pensado abandonar a su marido y a los niños. Le dije que se trajera los niños y me dijo que no. Le sugerí que dejara al amante. Me contestó que no le quedaba otro camino, porque ahora sí, se le había complicado la cosa, así que tenía que pensar. Y mucho. Según ella tenía que tomar distancia, incluso de mí. Muy bajo protesta, acepté su razonamiento y accedí a no molestarla más. Cosa que en realidad no se cumplió, porque a la semana me encontré en un avíón yendo hacia Mar del Plata para verla, porque ella me llamó por teléfono y me dijo que se sentía muy mal. Alli sucedió algo curioso. Fuí a verla al trabajo y quedamos en encontrarnos en un bar a eso de las 2 de la tarde. Esperé dos horas y no apareció, entonces me fuí. Al otro día fuí a verla de nuevo, le pregunté que había pasado, porqué no fué a nuestra cita y me contó que estuvo 1 hora esperándome. Resulta que había dos boliches con el mismo nombre. Yo estuve en uno y ella en el otro. Después me contó que cuando me llamó estaba muy mal, pero ya lo había solucionado. En definitiva decidió quedarse con su familia pero dijo que estaba muy agradecida de mí y que ni propuesta la halagaba pero no podía aceptar.
Así terminó nuestra pequeña historia de amor, como empezó, un poco por casualidad...
o por ... ¿causalidad?


No hay comentarios:

Publicar un comentario