martes, 24 de febrero de 2009

concursar los cargos políticos

Es una idea por la que vengo discutiendo desde hace mucho con mis amigos, quienes opinan que atenta contra la democracia. No es así. Democracia se entiende por igualdad de oportunidades y ésto, bien organizado y apoyado por legislación pertinente puede dar con tierra a la burocracia política, en donde nos encontramos en todas partes con personas incapaces para ejercer la función pública, directores en areas para las que no están preparados, en muchos lugares se pueden encontrar por ejemplo: consejeros escolares que no tienen ni siquiera el primario completo, directores de estamentos del estado en donde tendría que haber personas con capacidades específicas, técnicas, deportivas, artísticas, científicas; en fin toda una paleta de funciones en las que tiene que haber cierta preparación. En defensa de la democracia puedo fundamentar el concurso mediante el asesoramiento. Por ejemplo, un concurso debería organizar con una capacitación previa y la presentación de un proyecto en el área específica, con medidas tendientes al bien común. Y el postulante se puede apoyar en subordinados que le cubran tareas inherentes a sus funciones. De ésta manera se optimizaría la función pública. En todas las dependencias de gobierno es posible aplicar éste criterio.



El mayor daño en la función pública es la creencia que militancia es sinónimo de servidumbre. Y por una cuestión de acción y reacción, de vagancia. El militante, según ha sido educado por el justicialismo, nunca se cansará de pedir cosas a los políticos. Las pedirá así no las necesite. Con la excusa del voto se diseñó el clientelismo politico. Se abusan los políticos ante la proximidad de elecciones bajando ayudas donde le piden, se necesita, y también donde no le piden y no se necesita. El militante hecho a imagen y semejanza de las conductas instituídas por Perón, trabaja incesantemente en pro de las elecciones y envía cartas con solicitudes de diverso tipo a todos los funcionarios ejecutivos de todos los ministerios. Es un problema cultural emergente de la demagogia de los políticos de "raza", aquellos que insertan el "compañero" como sinónimo de respeto. Ésta idea almidonada del tratamiento entre pares lo único que hace es atribuir una apócrifa distancia donde debe haber igualdad. Establece conductas discriminatorias del tipo de que "para un compañero no hay nada mejor que otro compañero". Obliga a todos a pensar de la misma manera y la discusión se centra en el marco del "pensamiento único y la resignación política" (v. Borón), situación filosófica irreversible y retrógada. Tiende a aceptar todo como una catástrofe natural, como que no hay remedio para nada, como si la sociedad fuera una enferma incurable.



En éste mundo cada vez más globalizado nunca fué más vigente el llamado efecto mariposa. De ésta mariposa que dió su postrer aleteo en EEUU va a ser muy difícil escapar. Hacen falta instituciones sólidas y la eliminación de lastres como la ineficiencia e ineficacia. En pro de ello es que me permito la idea de plantear "el concurso" en la función pública, porque es panacea de algunos de los males sociales. No hay que olvidar que un docente si quiere acceder a un cargo tiene que pasar por cosas mas difíciles que ésto. Y soportar todo tipo de atropellos burocráticos que son tema para otra discusión.

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