Éste verde…
se siente en la piel
es sonriente como sakura,
la flor del cerezo
¡Sakura!
¡Qué magia!
¡verde siempre!
Digno de ser querido,
en un beso verde,
que se pega al cuerpo,
cual si fuera hiedra.
El durazno, hace un ademán,
y se vuelve fugaz en la mañana.
No se debe asignar,
a mi beso verde,
más sentido que la madrugada.
El tomate,
tiene un verde ácido,
que lastima.
Qué pena:
al cabo de unos días,
las manos se resisten al verde de los sueños.
¡Verde cemento!
¡Verde inglés!
A quién se le ocurrió tanta dureza,
tanta frialdad,
y nacionalidad.
Qué ridículo es pensar,
que el amor que tengo por mi verde,
éste verde,
mi latitud de verde,
mi verde en longitud,
no acunará al musguito, que crece en mis palabras,
cuando escribo un poema.
© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
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