Estos recuerdos
nacidos en el ámbito de mi “media verdad”
(en guerra con una “entera mentida”)
se visten y se desvisten
golpeando duro en mi alma.
Desde la calle me llaman,
es más, desde mis propias palabras.
Arrolladores.
Se disponen a entrar,
con la intención de ocupar, un lugar preferencial.
Y yo, de verdad no creo, que haya tanto espacio,
libre, por supuesto.
Preparo mi hogar para la ocasión:
Aquí se sientan los niños,
tres varones y dos mujeres;
aquí una esposa muy bella,
la de los ojos claros, la misma,
que al cabo de algunos años,
(saliendo de las arenas),
pusiera sal en mis ojos.
Y en éste lugar, cuatro sillas,
para los tres mosqueteros.
En laterales están,
las diminutas acciones,
de aquellos días felices, del pasado.
Y en el proscenio yo,
rompo la oscura pared,
de cara a la multitud.
A veces, el estruendo del presente,
silencia, los pequeños placeres del pasado.
Por eso es que hoy me lloro, el dolor con alegría;
pues me lo lloro todo,
y no importa, si el llanto mismo pudiera,
sellar con fuego mi vida.
© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
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