jueves, 9 de julio de 2009

La conspiración de los opuestos

He puesto muchos laberintos y enigmas que mantendrán ocupados durante siglos a los profesores discutiendo sobre lo que yo quería decir. Es la única manera de lograr la inmortalidad. (James Joyce).







Cierro las ventanas, las cierro a toda hondura que soñó mi historia, que taladró y levantó las pasarelas por donde fue mi vida. Mítico error, que se esfumó en las aguas de un río presuroso. Alguien me dijo que si hay piedras no hay lodo o al revés. Pero a mí me parecieron piedras embarradas en el fondo, que laceraron mis dedos. Y así siempre anduve por las calles buscando la tierra prometida. Donde velados presentimientos, descendieron de mi torre de Babel, y me dejaron sin voz, y sin palabras. He buscado crear un código entendible solo entre mis amores y yo, pero el tiro en la culata fue la angustia que yo mismo no entendí. Es tan incomprensible el lenguaje de un amor sin posesión. No ha lugar en esta historia. El hombre busca presa en todos lados. Y la mujer la encuentra en todos lados sin buscarla. Hay procedimientos que se hacen de rutina; como el gesto, la caricia, el fruto, las camelias, las sombras, la ilusión del momento, la alegría y la pena que esparcen dos amantes por el aire. ¡Perdón! Parece ser que hay oro entre las piedras. Y del lecho del río, emergen unos corchos con almizcle impregnado, que produce el sueño de volver a la vida. A saber: todo esto fue un producto de un plan incomprendido, una confabulación, bella y sutil, entre la vida y la muerte. ¿Fue destino?



© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

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