De la cinco a la siete
La tres a la nueve
La seis a la ocho
La cuatro a la dos
Oh la angustia, la incertidumbre, las palabras de Pedro; ¿y cómo ms dijo que se llamaba? Me parece Marli. ¡Si!, Marli me dijo. ¡Y que linda es! Parece la Hespéride guardiana de las manzanas de oro. A veces mira, ¡si! ¿Cómo se define definir si! Cómo defino la sensación que tengo muy aquí, de adentro, adónde todo el medio se siente medio loco y el desfile de bandas me suena en el oído. Pero no sólo es Marli, está también Claudete, la lunga. Pero entre nos me dijo Pedro, cuídate de las mujeres que aquí son bastante ligeras y no tienen tanta caca en el cerebro como allá en Buenos Aires. Si les gustas adentro y eso no es lo malo. Sino que lo que hacen es enamorarte. Y te sientas con ellas, tomas un café y tú ya sabes, la antesala de la cama es un buen café, la palabra, alguno que otro verso. Y tratar de ser tierno. Tierno y nada más. A lo lejos se asoma Claudete que también me mira con cierta iniquidad. Revivo mi paseo, paseo de extranjero por la avenida Ipiranga, Sao Joao, y rua Augusta también.
La cuatro a la dos
La tres a la cinco
La seis a la ocho
La cuatro a la dos
¡Uy! Perdón. Era tres a la nueve. Y ésta mina que me tiene loco. Me mira lanzando genitazos con los ojos. No quiera que tu pienses que soy un obsexo pero es tan sugerente su mirada que el camino me lleva a todos los caminos llevan hacia Roma. O sea, hacia el mismo lugar. ¿Tres a la nueve dijimos? Si. Y éste trabajo. Tan rutinario al fin. No es para mí me dije. Pero sigo trabajando y recuerdo a Hebe, “terminal” cuando me dijo “yo no te pedí” que me trajeras aquí y me dijo “hasta mañana, mi amor”, nos vemos cuando vuelvas. Y después la Pluma, el sueño de una noche de amor. Y la lluvia del silencio en todas las butacas. Los tres días de viaje. Y el desembarco por fin.
La cuatro a la dos…
Todos los días el viento, en ésta oscilación que hace a todos los tiempos, y de veraz se siente, de aquí hasta el infinito de mi tiempo feliz.
© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
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