Yo podría pensar en multitudes,
ocuparme de ellas,
y decirme a mí mismo que no estás
pero estás,
y no es mentira,
que en todo, hay vestigios de tu nombre.
Y me es dado,
comprender el signo de tu ausencia.
Por que eres tú, y solo tú, bajo la luna:
¡la dueña absoluta, la presencia fugaz,
pero definitiva!.
Y de quien será, sino tuya,
también,
mi soledad.
No importan, para mí, la dispersión del tiempo,
ni las dudas,
porque hoy, con voz y paso me sorprendes,
en el cristal de auroras, el momento
de buenas, como dices.
¡Hace falta que un ritual, un exorcismo,
me libere
de datos y de nombres,
lugares, números, palabras,
juegos, espacios y colores!
Y también el olor de tu piel,
que me ha marcado,
por siempre fulgurante, con tu sombra.
Más no hay ocasión para tristezas,
de haberlo, la cintura de esta trama,
hecha mitad polvo, y mitad sueños,
sucumbirá como nube en la tormenta.
© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
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