Un reloj de arena
en la tienda de antigüedades:
es la rígida memoria
de los desarraigos,
que a fuer de ser sincero,
se afirman en el ámbito de lo posible.
¡Quien pudiera desarmar el tiempo!
Grano a grano,
en una dispersión de grano y polvo,
con la estrella incesante del presente,
que hoy no es solo mi voz,
sino la tuya,
la de él, y la de aquélla;
la voz de todas mis ausencias
que fueron presentes en mi vida.
¿Quien se anima a explorar el muro de la soledad?
¿Quién se atreve con el?
Yo,
he sido llamado para compartir,
y revivir en el cristal de las auroras,
tomado el ocaso como un prisma que converge
los mutuos sentimientos,
en donde el tiempo y la vida son un punto,
nada más.
Hacia allí donde se fueron todos los sentidos,
y la luz.
Ésa luz que no se nombra,
salvo en el final.
© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara
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