jueves, 30 de septiembre de 2010

Posmodernidad

Me cuesta pensar que la que acuñó el concepto del término en la cultura argentina, fuera Beatriz Sarlo, a la vista de los comentarios que hace actualmente sobre temas “caros” a la actualidad nacional, por ejemplo la ley de medios, la actitud de algunos funcionarios del gobierno con respecto a la suprema corte, el “magnetismo ilustrado de todos los días” (La Nación-Clarín-TN) y como si esto fuera poco (por el mismo precio) la patética imagen de la oposición en la argentina, que no contribuye en nada a la del buen funcionamiento de la política en el país. Un país con una historia mal acostumbrada a olvidar. Por ejemplo: la pérdida de las libertades constitucionales que hoy se minimiza porque hoy está lejana en la historia. La indignación discursiva de Sarlo es como una antítesis de la pensadora que conocí hace un tiempo. Y no me acostumbro a la actual, prefiero dejarla imaginariamente en los anales de mis afectos, casi momificada, pero viva en aquellos viejos pensamientos. La de hoy no me sirve.
En la asamblea de la plaza pública de las ciudades griegas, el ágora, el pueblo se expresaba sin censura. Hoy también, cualquiera puede hacerlo, incluso con el error. No escucho la voz de los dirigentes ni la de los referentes, hablar sobre lo que dijo Biocati sobre la necesidad de “un golpe institucional”. Hablan de lo que dijo Hebe en la plaza en contra de la corte, pero toman ese discurso como ejemplo, no el de Carlotto (que fue brillante, en lo conceptual y su semántica). Se olvidan de contexto histórico y las vivencias de Hebe, las torturas, el dolor de haber perdido a sus seres queridos. Y todo lo que fue configurando un carácter bastante confrontativo por lógica de acción y reacción. ¿Qué quieren que diga? ¿De qué manera? “Discúlpenme, Señores, no vayan a pensar mal, pero creo que se están equivocando…” Pero volvamos al exabrupto de Hugo Biolcati (a los que nos tiene acostumbrados) en su llamada golpista. Nadie se pronunció en su contra. Nadie se rasgó las vestiduras. Nadie tampoco mandó a partir su cadáver en pedazos para enviarlos a todos como muestra de lo que son capaces las tribus. Creo que hay una exacerbación del enojo, una maximización (si se me permite) de algo que es mas sencillo de lo que parece. Mas terrible es el pensamiento lateral para llegar al mismo lugar, o sea cosa de ganar tiempo, nada más. Muy propio de personas con mucho poder (Magneto). Lo que me recuerda a Yabrán, y básicamente espero no termine igual, ya que a la sociedad le hace falta que este pague sus culpas. De tal modo, ha de llegar al país una corriente de solidaridad y participación que hoy (por hoy) son atributos insoslayables.
No creo que Goris, Cherubito, Papaleo, Peña, Del boca, (en la representación de los famosos), ni todos los que fueron, o yo (que no fui, por razones de salud) seamos tan pelotudos como para creer sin medida en un gobierno que su mayor pecado es construir el consenso luego del disenso, en cuanto al segundo momento de la dialéctica. Que se somete al juicio hasta de los medios que no le son afines, que los hay, y es natural que así sea.

Eduardo Dante Dall´Ara
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