viernes, 27 de noviembre de 2009

Meditación en la noche

Para Eri






Algunas medianoches,
se abren las puertas de la angustia,
entran criaturas impensadas, encuentro no deseado,
a tallar, cual luminarias de otros horizontes.
Cae el rocío, y uno está por ahí, triste, sin saber cuánto ni porqué.

El mundo se sumerge.
Cuesta,
pero hay que decirle buenas noches a la incertidumbre,
y pensar,
y recibir el día, con todos los espejos en la frente
para decirle buenos días,
al nuevo día.
Olvidarse, si es posible, de aquel ámbito,
en donde al parecer el amor y el dolor son verdugos delicados,
y no dan tregua, ni respiro.

Hay una conciencia, si.
En todo tiempo, hay conciencia,
que se encuentra en el café de la mañana,
que modela un afuera todo gris,
se arranca de los párpados,
lo hace trizas,
y le brinda un espectáculo de estrellas,
a los buenos días del mañana,
que huele a jazmines, sobrevida,
y ha de estallar, en la noche,
como un rayo de luna en la mirada.





© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

jueves, 19 de noviembre de 2009

Dar la muerte, honrarla; amar la vida.

Llama que, se deconstruye,
y no queda, solo en la tierra,
y tampoco es
nada más que un juego, en el que andamos,
“un aire de familia”,
la verdad no debiera ofender al destino,
ni temerle.
Este hablar sin decir no me ha tocado,
(mas temer y temblar, es el camino,
hacia el monte Moriha
adonde “habrá cordero para el holocausto”),
todo es transparente.
La comarca dirá:
He aquí al idiota que recibió un mensaje desde las estrellas.
He aquí al hombre inmaterial, pero creyente.
He aquí su fe. Y su silencio,
confraterno en su desprecio, cuánto sino su amor.
Solo se puede odiar lo que se ama,
“dar la muerte” en expresión,
a lo que yo más amo.
Por eso te asesino en mis poemas,
soy libre, y ahora en mi yo,
en “toda “plenitud,
también estarás, para despertarme.






© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara


http://www.uia.mx/departamentos/dpt_filosofia/kierkergaard/pdf/art_derrida_deconstruye_tt.pdf





A uno de los momentos cruciales en mi vida intelectual, el conocimiento brindado por Kierkergaard y Derrida, verdaderos aportes a mi estabilidad en una época de agobio, el desarraigo.

martes, 17 de noviembre de 2009

Eri: Hic Et Nunc

El día cambia de color con una palabra.
Una mirada da luz en la oscuridad.
La mano dibuja el contorno de un rostro.
La música calma la tristeza del corazón.
Y un ángel aparece en el instante justo
en el que el sol asoma por mi ventana.
Erica Rosana Dall´Ara



Si el mar, un día, oculto en un mensaje,
se durmiera en un pleno de mutuos sentimientos,
por tu razón de luz, irás a las estrellas,
y allí, tendida en el espacio,
a merced del insinuado tiempo,
verás hasta siempre.

Allí, la carrera de las nubes,
aceptará lo inmóvil, y,
el gesto de reconocer un rostro
con el tacto.


El mundo es imposible, si tienes un acopio de sueños en el aire,
al juego de esperar solo un tris de los dedos.
El silencio, y la incertidumbre.
no dan para más,
y el corazón, es una sensación de estaciones de la vida.
A la grandeza de las palabras nobles,
le quedan la ternura de las mejillas rojas,
(la sal de la mujer de Lot)
como el amor que vuelve a retozar en tus ojos.

Ensilla la luna,
hay que montar la vida, y defender las estrellas,
es inútil la argucia del tiempo y la esperanza.
No es cosa de temerle al misterio,
y a la soledad.
La noche está cerrada,
y se va hasta el día en que se ve hasta siempre.





© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

lunes, 16 de noviembre de 2009

Nosotros y los otros

1. (primer momento: el dilema)

Ahora escribo para ellos (los otros),
como si fuese lo último que escriba,
y no los veo, ¿donde es su morada?,
lo único que se, es que son como los pájaros,
son pájaros, bandada,
cantando entre mis hojas.
Yo los dejo y por eso, mis letras vuelan,
y tal vez, solo sea el amor,
lo que urge, y deviene en los sueños de la noche.

2. (segundo momento: la conciencia)

Ahora si, sin verlos, los presiento,
a todos los condenados;
tal vez, mi tersa piel,
en la simetría de otras voces, silenciadas,
horade corazones con los sueños.
Y poco importa aquello que se gane,
solo el goce,
(la fe de erratas, es consuelo a la distancia, expiación).
Un espejo, otro espejo, una imagen, otra imagen.
Siempre podemos encontrarnos al final del día,
en un paseo brillante, tan sagrado,
con lágrimas de sangre en las mejillas.

3.- (tercer momento: prospección)

Nunca sabré de qué lengua ha salido mi palabra.
Ni cual fue mi intención.
Solo se que este lugar, que hoy ocupo,
nunca fue ni fácil, ni tranquilo,
simplemente es encontrarse de este lado, duro, ilusorio.
Y todo ha de cumplirse como un rito, allí,
desde el lado que otros juegan,
el juego de los juegos: el olvido.
El amor me sobrevive,
sin huella, sin presagio, sin destino.

4.- (cuarto momento: el planteo)

Por eso es que hablo de los otros, con tanta liviandad,
por nosotros, y me animo,
a pensar que somos uno,
a pensar si me das la mano,
y será solo un sentir, que todo es un camino con estigmas
de ausencias,
aromas y presagios,
y cálidos contrastes en la noche.
Uno mas uno es solo uno.

5.- (conclusión)

En este territorio, laberinto.
Solo dudas, casi ciego, de ceguera ¡los prejuicios!
No se puede ser más dichoso o infeliz.
Circundando o enfrentando diferencias,
hay gusto a madreselvas,
bajo los cielos azules,
¡cuánto tiempo se ha perdido!
disgregando pieles, denominando clases
como no los árboles, las nubes;
en silencio se vive, se desatan los sueños,
nuestro sueño:
y es mirarlo todo desde fuera,
con un ojo perpetuo, de cúbito dorsal.


© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

domingo, 15 de noviembre de 2009

Tractatus

A pesar de las controversias, dedico este poema a Ludwig Wittgenstein, quien fuera en mi vida creativa uno de los mayores maestros teóricos a los que recurrí.





Ese que sabe de su vida, no yo,
no sabe lo que sabe o que conoce, tan profundamente,
ni el miedo
el que está, muy en su interior, ni
a lo ha servido, tan obedientemente.

El mundo en que vivimos, procreando la poesía,
y los signos vivos, inscriptos, imperceptiblemente;
se encuentran con su miedo, atroz, en las mañanas,
cuando despierta con su dolor de brazos,
luego de morirse cada noche.
Es el momento en que hay que decidir lo que hay que hablar,
decirlo a rajatablas,
y también lo que callar,
callarlo, silenciarlo para siempre (que no queden vestigios).

En éstos avatares del placer,
la estética divina está presente,
uno es Dios, se siente Dios (el Creador),
y tira una palabra en el papel,
sin saber si es adecuada, tolerable, frágil o indolente,
brutal o encarnizada,
de la que después pendemos como locos,
ilusos perdularios del amor.
Y a ratos nos creemos invencibles,
eternos, sin pensar en los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes,
sábados, domingos,
cual es el último instante en nuestra vida.

Espejo de todos los espejos,
fragilidad total,
es el vector que dice lo que somos.
Y es aquel que nunca olvida,
Implacable.

Entonces aparece en nuestras mentes la liberación,
que calla todo asunto, y es la lógica viva del dolor,
la conciencia de saber que lo verdadero
no se busca en lo que escrito,
escrito está,
sino entre todo lo que siempre o casi siempre,
consiente o no,
se calló.




© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

viernes, 13 de noviembre de 2009

Collage de la mujer de arena

No he de llorar porque los días pasan, y no estás,
nada habrá sucedido que sea mi tristeza,
porque así,
es estar de polizón en tu abrazo.
O en otro lugar, incorruptible, para mejor decirlo.
Y la inconstancia febril,
es un pleno de polvo y de ceniza.

Solo se que el paso de los años
es efímero y banal.
Es el viento de mi pensar poético,
la batalla sin fin de la conciencia y el tiempo,
que estalla entre los acantilados de la costa.
El trigal, las espigas, el pan,
son frutos de la bienaventuranza:
adonde el agua se escapa entre los dedos,
sucios de experiencia.

Yo amo las palabras,
las tomo de entrecejo.
Como si de verdad fuera el cuerpo,
tu cuerpo bien amado, que acaricio; voy en él,
navego los sonidos del lenguaje,
sin brújula ni timón.
Las recorro tibiamente, y nada, nada más:
un sorbo de coñac, nada,
pero es ése murmullo,
aquella antología de versos
que no escribí jamás.
Es cópula en la magia.
Música y silencio.
Palabra y son.

Tu cuerpo es el mensaje:
“por si acaso yo pudiese oír del otro lado de la
eternidad, te diré qué es lo que eres,
un sicario,
un matador por encargo de una silueta, de mujer”,
que hago renacer, recortada en mis notas.
Y no se si eres la Virgen de la Macarena,
o la mujer espejo,
desarmada en pedazos.

Amada compañera, renacerás en mí,
siempre limpia, de toda incertidumbre ,
comprensible.
Ah! ¡La vida! ¡El milagro de la vida!
Palabras como hiedras, y tu sombra.
Consigna en el farol de la calle,
diminuto espacio,
en donde soy “minimal” de los placeres,
y todas las angustias tan temidas,
así sea.




© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Comida sobre ruedas

Este poema está dedicado a Agustina Numer, y al grupo de personas que la acompañan en esa obra maravillosa de cerrar su negocio, y cocinar un menú para regalar a las personas que viven en las calles de Buenos Aires, todos los lunes a la noche.







La supervivencia en sí,
pende del cuello de las personas.
No es el que necesita, el necesitado.
La mirada de la necesidad se encuentra, o se pierde,
en el ámbito de los ojos
poblados o desiertos,
diminutos,
de la indiferencia.
El día en su nivel, es una aventura eterna.
Por doquier hay gritos silenciosos, que no esperan ecos,
porque están adestinados a la desesperanza.
Son mojones, signos, señales de este tiempo,
o de todos los tiempos.
Tanta hermosa piel,
tanta mirada hermosa oculta por las lágrimas.
¡Tantos ojos que ignoran, seguros, de sus noches!
De esas noches que creen solo para ellos,
inviolables.
Tantas apariciones nacen de ausencias y desvelos.
Y tantos van muriendo despacito,
para ser arrojados a los leones hambrientos.
Se que tu no cambias el mundo con tu vida.
También se que no es cosa de acción y reacción.
Tú no esperas nada,
ni bendiciones siquiera.
Pero se que tu encuentras tesoros, en las paredes ciegas,
y el amor de tu mundo no se olvida del mundo.





© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

Fénix

Última puede ser mi noche
Última puede ser mi angustia
Última puede ser la hoguera de no querer morir
Último puede ser el canto del espino
Última puede ser la estaca de la bienaventuranza
Último puede ser la Nibelunge Not
La oración que el aire grita entre los soles de mi corazón.
El mensaje puede ser el último, si.

Y desde aquí, de abajo, más elevado que nunca,
por las ramas de mi sangre corren ríos que no son del engaño,
menos la traición,
ni el desapego de la vanidad.
Yo me bañé en la sangre de los inmortales
que fue una savia verde, de palabras,
nada más que palabras.
Pero aquí,
el fuego está bajo la tierra,
no se disipa con banalidades;
está en juego la vida, que florece del placer de los placeres:
Y todo el oro del mundo, en tu belleza,
le da las espaldas a todos los ocasos,
y una nueva aurora se viste de fiesta
para mi.



© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

martes, 10 de noviembre de 2009

Confesión

Para María Belén





"Si no te conozco, no he vivido; si muero
sin conocerte, no muero, porque no he vivido."
Luis Cernuda






He sido prisionero de otros muros;
y ese recuerdo busco:
el muro de la pasión,
en donde el placer se pierde por la urgencia,
como una tea,
entre el polvo de la juventud.
El del movimiento y la razón,
que fuera como un karma,
incitándome en la búsqueda de horizontes desvelados
día a día.
Ah! Y la utopía de cambiar el mundo,
que quedó en las montañas de mis sucias sábanas,
y el amor desarraigado de vírgenes ansiosas,
encendidas.
Aprendí de la vida, aprendí el fulgor, de saciar mi soledad,
siempre o casi siempre,
en las guaridas de las noches con luna
y los amaneceres.
Me hice de un amor inmensurable con la soledad,
que hoy ostento, quasi con insensatez.
Al punto que reniego de todas mis creencias,
al pensar que he vivido por pensar que estoy vivo,
o por soñar el sueño de los otros,
ilusión que hoy despierta como un escarmiento.
Mas hoy, me levanto apenas,
en un muro difícil,
infranqueable.
El muro del destino.

Lo miro en el silencio,
que forjó en los ojos de mi madre,
una mueca triste:
angustiosa y dulce,
aprehensible solo, por su vanidad.

Es así, yo vi, como nace el deseo,
ante una estrella azul, encendida en las sombras.
¡Y soy,
aquel Señor de las Hojas del fin del calendario,
sin más muro que el brillo de tus ojos claros!




© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

sábado, 7 de noviembre de 2009

Relato de amor en una noche azul, solo estrellada.

Allí donde se abrieron las puertas en la noche
y descubrieron sombras a la luz del fuego;
deslumbraron siluetas en el fugaz encuentro,
y decidieron desear lo que siempre desearon,
en desnudez cargada, incompleta y bella.

Allí si, allí, un poco a espaldas del corazón,
se hizo entre sus cuerpos de hombre y de mujer,
un paño de origami, de animal
salvaje, luz,
sensible hasta con las flores, los perfumes, los sonidos, y la piel,
la amplitud de la piel:
y ellos fueron libres en su pequeño espacio, absolutos, primitivos
prisioneros cautivos, sólo del deseo,
al liberar sus riendas a todos los caminos,
y a todos los crepúsculos.

Se excitaron, se ignoraron, se encontraron, y se reconocieron.
Y después se fueron hacia nunca, no sé,
nada más no lo supe, cualquier parte es igual.
Muertos casi enloquecidos locos pero ausentes,
los dos en el frescor de todas las caricias.


Hoy tengo, en mi memoria, ésa noche en las venas,
y temblé en la envoltura que me dio tu poder,
ese mismo poder que me libera al fin,
al saber que me envuelves y también me proteges,
y que siempre lo harás,
aunque al despertar, ya no estés aquí.





© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara

viernes, 6 de noviembre de 2009

Quærendo invenietis (Recitativo y Aria)

Recitativo


Los sueños vinculan ésta historia
la alegría de vivir también
pero al final es todo vano, y vana la ilusión,
que ha de caer contigo, si te vas,
y no encuentras el camino
para volver al principio



Aria


1

Las hojas son llevadas por el viento:
en mí la angustia de querer partir,
es una fragua que alimentará,

pequeños soles con fugaces sueños,
nuevo rocío para mi noche al fin,
la inmensidad, es el placer en mí.

Y hoy, heme aquí, perdido en ésta noche,
sin más tributo que la eternidad,
ni más tesoro que, mi vanidad.


© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara








Bach, que era muy conocido por su capacidad en la improvisación, fue retado por Federico (Federico II de Prusia) a improvisar un fuga sobre un tema de su pretendida invención, que fue denominado Thema Regium ("Tema real"):


El "tema real".
La prensa de aquellos días relata que Bach salió exitoso del trance e improvisó una fuga.
Dos semanas después de este primer encuentro, Bach publicó un conjunto de piezas basadas en este tema y que se conoce hoy como La ofrenda musical. Bach inscribió en la partitura la leyenda "Regis Iussu Cantio Et Reliqua Canonica Arte Resoluta" (el tema proporcionado por el rey, con adiciones, resuelto en estilo canónico), las primeras letras de cada palabra de la leyenda resultando en la palabra “RICERCAR” (denominación que recibía antiguamente la fuga), e impuso las palabras del título, como una consigna para descubrir su sentido:(buscando encontrarás).
Éste es un escueto resumen de la historia.
El otro hecho a destacar en 1747 es la visita de Bach a la corte de Prusia, Juan Sebastián ya habla estado visitando a su hijo en 1741, esta visita respondía, a una invitación del propio rey de Prusia, cursada a través de su embajador en Dresde, el conde Keyserlingk, primer biógrafo de Bach, narra con "todo detalle" toda la visita: (...)"Invitó a Bach, para que probase los pianos del Silbermann que había ido colocando en las diferentes salas de su palacio (...). Al cabo de unos instantes rogó al rey para que le diese un tema de fuga para tratarlo inmediatamente delante de él sin previa preparación. El rey accedió a su deseo, y no puedo por menos de celebrar la ciencia profunda de su improvisación. Deseoso de conocer hasta que punto podía alcanzar este arte, el rey indicó a Bach que deseaba oírle improvisar una fuga a seis partes obligada. No todos los temas podían convenir a una fuga de éste género, no todos eran susceptibles de llevar una armonía tan densa. Bach escogió su tema, y se puso a improvisar ante la estupefacción de todos, en un estilo sabio y majestuoso, una fuga a seis partes, tan fácilmente como acababa de hacerlo el rey con su tema (...)". Vuelta a Leipzig, trató a tres y seis partes el tema que le había ofrecido el rey, añadiendo algunos períodos tratados en canon estricto. Hizo imprimir todo bajo el título Ofrenda musical, que dedicó al autor del tema.




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y ello fue el disparador de la idea que solicitó mi hija, Erica Rosana Dall´Ara, a lo que yo, decidí poner la misma consigna de Bach.

martes, 3 de noviembre de 2009

Otra ignorancia, y otra vanidad

Tanto tiempo, en tan poco espacio,
Es, un torrente de soles y figuras
con anteojos enormes,
flores, y abanicos, que se cuelgan,
en el claro zaguán de los recuerdos,
“para la ocasión”.
Ceñido, en mi historia, tan particular,
y tan lejos de mí:
como cada uno de aquellos caros amores, viejos,
como si fueran billetes de los grandes,
que a su manera, acuden,
sin advertir que son parte, sólo eso, de una aproximación…
a la verdad.
Al principio frugal de los principios:
Allí donde todo se venera y se transgrede,
sacraliza, menosprecia,
tal punto en donde sólo se ve la exacta dimensión
de todos los instantes que he vivido.
Es un deja vú,
todo es parte de mí,
y nada es mío.
Y aquí yo acordaré con mi última ilusión,
en donde el cielo, cielo, no es azul, es verde,
y tiene pequeñitos tintes de violeta,
y yo ya no soy yo sino todos mis seres,
mirando lo que hice y lo que dejé de hacer.
Si esto es todo de mí, ¿qué será de mis astros?,
en un charco de luna arrodillada,
si se me va despacio, desde adentro,
todo el silencio que estuvo reprimido,
en los gritos finales del destino.
Y esto, no es historia, es acción y vida,
vivida de a sorbitos, noche y día.




© 2009 by Eduardo Dante Dall´Ara